Nido

Por Márgara Garza

Cierto es que los humanos pasamos la vida haciendo nidos, siempre estamos rodeándonos de lo que nos hace sentir en intimidad, seguros, cómodos, felices, reflexivos, soñadores, tranquilos, divertidos.

El poder del refugio: después de luchar fuera por el sustento, nuestro nido nos dará la libertad de hacer y pensar lo que nos plazca.

Lo mismo sucede si trasladamos este pensamiento al lugar donde vivimos, al país nuestro, donde nacimos y crecimos libres de movimiento, seguros.

Las cosas cambian, tanto en lo personal como en la vida en comunidad; el trabajo, el estrés, la falta de seguridad, las relaciones, las emociones, el miedo. Ya nuestro país no es uno sonriente, está temeroso y eso se percibe y duele.

La lectura de Bachelard detonó en mí la motivación para reflexionar acerca del nido como lugar seguro, ya que el pájaro, icono de la libertad, no anida donde puede haber peligro para sus crías. Este tema lo creo propicio para transmitir lo que siento acerca de mi nido interno, mi casa y mi país.

Esta emoción provoca en mí el interés de describirla a través de la pintura y la escultura, quisiera lograr la sensibilidad de expresarme libremente para comunicar mi sentimiento y establecer un vínculo con quien mire mis obras.

En el bosque he encontrado numerosos nidos, asombrada por el complicado proceso de elaboración de los mismos, una de las maravillas del mundo animal, y sabiendo que el pájaro acarrea materiales y la hembra con su pecho redondea miles de veces el hueco para hacer acogedor para sus crías el espacio, pienso en mí, en nosotros, haciendo lo mismo en nuestros hogares, rodeándonos de lo que nos hace sentir en un sitio acogedor, creando nuestro refugio, un lugar propicio para la vida.

Así he pintado, primero el retrato de algunos nidos, luego formando bodegones con ellos, incluyéndolos en paisajes, hasta ir adentrándome en mí misma buscando reflejar mi nido, queriendo comunicar esa búsqueda de mi centro, de la felicidad.